«Me sentía sexualmente frustrada y los líos de una noche habían dejado de ser excitantes. Tampoco es que estuviera buscando una relación seria, yo no era la típica chica que esperaba vivir un cuento de hadas.
Había crecido rodeada por celebridades del rock, entre excesos y viajes en jets privados, y mi padre y mis tíos, los integrantes de The Nine, se habían encargado de enseñarme que las historias de amor eterno sólo ocurrían en las películas y en los cuentos.
Sin embargo, una noche entré en el Palace Hotel con mis amigas y conocí a un atractivo y arrogante hombre que caminaba sin pisar el suelo. Nuestro comienzo fue el peor de todos; sabía muy bien que tenía que huir de él, pero no lo hice, y lo siguiente que supe es que estaba pasando más de una noche en su cama.
¿Has oído decir que todas las cosas buenas siempre llegan a su fin? Pues bien, yo nunca había creído en frases cursis y en el amor eterno, pero desde que él entró en mi vida pensé que podía confiar, y me equivoqué. El final me cogió por sorpresa y debía afrontar las consecuencias de ese imperdonable error».
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