Beverly, Bev para amigos y conocidos, está harta de ser la chica que nunca se mete en líos. La que no da disgustos, a la que no se le mueve nunca un pelo de la cabeza. Beverly, la buena chica.
Preferiría mil veces ser como sus compañeras de trabajo: con desparpajo, aventurera. una mujer de mundo, en definitiva. Una mujer de mundo que no tuviese miedo de vivir. Y entre las primeras cosas de su lista, las cosas que nunca había hecho, estaba el tener un rollo de una noche. Porque se llamaba así, ¿verdad? Quizás no era el momento ni el lugar adecuado (fiesta de San Valentín en la oficina), pero por dios que no iba a terminar la noche sin tener una aventura. Y a lo mejor, con un poco de suerte, el atractivo desconocido que justo acababa de acercarse podía ser el protagonista.
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