
Al nuevo Duque de Wakefield no le interesan demasiado las aristocráticas obligaciones que le han endosado. Preferiría desenmascarar a Lady Escrúpulos, sobre todo si eso lo distrae de los sentimientos que le inspira Parris y que tanto tiempo lleva sofocando, y de los sueños que lo acosan desde una noche de bochorno que pasó con una joven misteriosa mucho tiempo atrás. Pero cuando Dominick descubre que todas las mujeres que ocupan su mente son una sola, Parris jura enseñarle a esa picaruela una lección sobre seducción que la llevará justo hasta el altar.
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