A la llegar al reino del príncipe, la princesa Bella descubre que no es la única que está siendo esclavizada, ya que observa a varios príncipes en su misma situación, desnudos, pero ella logra percatar algo peculiar en todo ello, que los demás príncipes y princesas no están sufriendo como ella, que cada momento que pasa lo disfrutan, y ella en lo único que puede pensar es de qué forma va a poder sobrevivir a tal humillación y que cosas atroces le deparan.
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Durante todo el año, los lugareños ahorraban cuanto podían para el día en que, por unas cuantas monedas, podían adquirir un esclavo altivo, un príncipe elegido para servir, adiestrado y preparado para la corte, que entonces durante todo el verano debía de obedecer a cualquier humilde sirvienta o mozo de cuadra que pujara lo suficiente en la subasta pública. El jefe de patrulla no podía evitar anticiparse al final del verano e imaginar a estos mismos jóvenes ahora quejosos y forcejeantes, en el momento de ser devueltos, tas concienzudos castigos, con las cabezas inclinadas y las bocas calladas, en la más completa sumisión.
En cuanto abrí los ojos supe que nos acercábamos a tierra. Así que el viaje está llegando a su fin, pensé. Finalmente sabremos lo que nos depara esta nueva cautividad en la que estamos destinados a ser inferiores e incluso más abyectos que antes. Experimenté miedo, pero también cierto alivio. A pesar de los temores y conflictos que nos embargaban, no éramos los mismos seres ruborizados y avergonzados de otros tiempos. Nadábamos, cada uno a su propio ritmo, en la corriente turbadora del tormento erótico.

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