Hecho, hecho y hecho.
Ahora no puedo dejar de fantasear acerca de uno de los clientes de la cafetería en la cual trabajo entre clases. Es sólo un enamoramiento inofensivo, ¿verdad? No es como si alguna vez veré a este tipo fuera de la cafetería. No es como que voy a verlo al intentar obtener anticonceptivos en la clínica de los estudiantes. Mientras llevaba una bata de papel. Mientras estoy sentada en una mesa de examen. Porque él es el médico. Mátenme.
¿Pero qué si, por una vez, el hombre con el cual he tenido las fantasías más y más escandalosas resultó ser todo menos erróneo?
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