Cuando mi hermanastro, Elec, vino a vivir con nosotros en mi último año, no estaba preparada para cuán idiota sería.
Odioba que lo tomara conmigo porque no quería estar aquí.
Odiaba que trajera a las chicas de nuestra escuela a su habitación.
Pero lo que más odiaba, era la no deseada forma en que mi cuerpo reaccionaba ante él.
Al principio, pensé que todo lo que tenía a su favor eran sus abdominales tatuados, duros como roca y rostro cincelado. Entonces, las cosas empezaron a cambiar entre nosotros, y todo esto llegó a un punto cúspide una noche.
Tan rápido como llegó a mi vida, se fue de vuelta a California.
Pasaron años desde que vi a Elec.
Cuando la tragedia golpeó a nuestra familia, tendría que enfrentarme a él de nuevo.
Y mierda santa, el adolescente que me volvía loca ahora era un hombre que me ponía demente.
Tenía la sensación de que mi corazón estaba a punto de ser reto otra vez.
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