Harry Stevens grita peligro en cada poro del cuerpo y no precisamente por las escandalosas cicatrices que lleva en el lado izquierdo de la cara. Es la clase de chico con el que no quieres involucrarte porque sabes, por sobre todas las cosas, que va a destrozarte. Es de la clase de hombre que guarda una cantidad aterradora de secretos lo suficientemente perturbadores como para hacer que quieras huir de él lo antes posible. Es de la clase de hombre que, pese a todo el odio y rencor acumulado que carga sobre los hombros, es capaz de hacerte tocar el cielo con un beso… Sé que no es de fiar. Sé que debo poner cuanta distancia sea posible entre él y yo porque su mundo acabará con el mío si no le pongo un punto final a lo que siento…, pero no puedo hacerlo. No puedo huir de él. No, cuando la oscuridad que vive dentro de él se disipa cuando está a mi alrededor. No, cuando lo amo del modo en el que lo hago… El ángel vino en forma de bestia y vino a salvarme. Quizás… —solo quizás— vino a acabar conmigo.
Ha pasado más de un año desde que Harry se marchó. Un año en el que he tenido que aprender a vivir con su ausencia y a abrazar el vacío que su partida me dejó en el pecho. Pero la verdad ha sido revelada cruel y despiadadamente y ha caído sobre mí con una fuerza demoledora. La traición y las mentiras han caído bajo su propio peso y han abierto la herida que creía sanada. Él ha regresado. Ha regresado para acabar con aquello en lo que creía y destruirlo todo una y mil veces. Es el rostro del hombre al que amé y que acabó conmigo y la oscuridad del monstruo al que tanto temía. Ha vuelto para poner mi mundo entero de cabeza. Ha vuelto para terminar con todo lo que empezó. Esta vez, sin embargo, no estoy dispuesta a permitirlo.
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