"—Tengo... ardientes fantasías contigo, en las que te hago cosas que seguro nunca te hicieron y te obligo a hacerme otras a las que probablemente te negarías, porque el nene bueno que vive en vos, jamás las consentiría —declaro con calma. Los ojos de él se abren, sus pupilas se dilatan y noto que está conteniendo el aire. —Y paradójicamente es ese nene bueno el que me provoca imaginarlas, y también morirme de ganas de someterte, de tenerte a mi merced, de corromperte por completo..."
Ana tiene cuarenta y dos años, es divorciada y su hijo adolescente se encuentra en los Estados Unidos perfeccionando el inglés. Su rol de madre ha cambiado, el trabajo no le proporciona las mismas satisfacciones que antes... Hasta que llega Hernán Gelli a su vida.
El joven contador de veintisiete años despierta en ella deseos inconfesables y una extraña inquietud. Animada por sus amigas, y con la excusa de recabar información para un artículo, Ana le hace una propuesta a Hernán, que sella ambos destinos. Sus encuentros en una suite temática ambientada como una cárcel, en el motel Séptimo Cielo, son el comienzo de una tórrida aventura donde la única regla es no enamorarse.
“Creo que si hay piel y cerebro, todo es posible. Que si una mirada o una sonrisa te excitan más que unas manos o una lengua, no hay límites - le digo, convencida. Y que si existe esta clase de deseo que me tiene pegada como una figurita a tu cuerpo, sin necesitar nada más, las posibilidades de erotismo son infinitas, Martín Lasalle…”
Después de vivir un romance con ribetes sadomasoquistas junto a Hernán en “Séptimo Cielo”, Ana se va a la costa para escribir el guion de su novela. Muy cerca de allí, en una finca llamada “El Quinto Infierno”, veranea Martín, el primo de Hernán. Una silla de ruedas no logró que desistiera en su empeño de ser feliz y tampoco impedirá que Ana se sienta subyugada por su encanto.
En ese lugar confluyen los tres la última noche del año y un cúmulo de acontecimientos imprevistos hará que la culpa se enfrente con el amor. Al igual que diez años atrás, dos hombres lucharán por el amor de una mujer. Pero en esta ocasión, la culpa lleva todas las de ganar.
"Tiró fuerte de mi pelo y me puso de rodillas. Con el pecho pegado a mi espalda se movió hacia adentro y hacia los costados.
—Sos el mejor polvo de mi vida— me dijo al oído—. Por adelante, por atrás, por dónde sea. El mejor, te lo juro.
—No te creo.
—Lo sos. Y me encanta que seas tan caliente —afirmó enlenteciendo sus movimientos—. Que no te boicotees el placer, que te guste hasta lo que te duele, que te dejes llevar...
—Iván... me dijo... lo mismo... —repuse entre jadeos.
Santiago me mordió el cuello.
—Él y yo pensamos igual con respecto a vos —susurró—. Es un privilegio poder tenerte. Somos dos hijos de puta con suerte”.
“—Esto me enferma. Te juro que si fuera otro no me importaría tanto, pero ese Hernán es un hijo de puta—afirmó Iván, enojado.
—Lo que te enferma es que nos la haya soplado en nuestras narices, Iván. No jodas… Y sobre el asunto de si se va a quedar o no… Dejala que nos cuente cuando ella lo considere oportuno. Lo peor que podemos hacer es presionarla —opinó Santiago bastante más calmado.
—¿Y qué es lo que debemos hacer, entonces?
Su amigo sonrió.
—Disfrutarla.”
Verónica se debate entre el mal que hace bien, y el bien que hace mal. New York y Punta del Este son sedes de ese debate que tiene su alma en vilo y su cuerpo en jaque.
Por un lado está Hernán quien supo darle una mano cuando otros le dieron la espalda, y una promesa a la cual no puede faltar.
Y por otro están ellos. Iván y Santiago… Esa relación prohibida ahora lo es más que nunca. Verónica sube la apuesta erótica al máximo, y los hace protagonistas de perturbadoras escenas donde el único objetivo es el placer.
En esta ecuación no falta la mirada crítica y reprobadora de la sociedad que no ve con buenos ojos una relación de a tres, y un desenlace inesperado que deja a todos llenos de preguntas.
Es que esta historia se escribe en el día a día de una mujer que para defender su derecho a ser feliz, cree que no tiene límites. ¿Será así de fuerte? ¿O deberá someterse al vaivén de las circunstancias? Descubramos si Verónica logrará al fin olvidarse de "ser buena", pegar la media vuelta y luchar por el amor.
"—Te estás equivocando, Santiago—me espetó Iván ni bien Camila se marchó—. Nos estás fallando… ¿Qué es esto? ¿Felices los cuatro?
Lo que me faltaba: el dedito acusador de Iván y una escena de celos. Era la primera vez que un tipo me montaba una… Pero además, ¿cómo se atrevía después de lo que me hicieron con Verónica?
—No sé cómo te da la cara para acusarme de algo. Andá a cagar, infeliz.
Eso era una declaración de guerra a toda regla. Él se quedó de piedra y yo me fui con la certeza de que estábamos ante el principio del fin”.
En una de sus muñecas Verónica llevaba tatuado el mapa del mundo, que representaba su necesidad de moverse. En la otra, tenía solamente un pequeño número “3”.
Ser el amor de dos hombres la volvió tan vulnerable que llegó a sentir que en sus manos tenía un par de esposas, y que sus necesidades de volar eran incompatibles con esa relación.
Una mujer enamorada que se ve obligada a tomar una decisión.
Dos hombres debatiéndose entre poseerla o simplemente amarla.
Un viaje del cielo al infierno sin escalas, donde la aparición de malos conocidos y buenos por conocer, influirán directamente en una serie de eventos que podrían cambiar sus vidas para siempre.
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