Parecía una buena idea entonces. Buscar a Landon Roderick, ese chico de la niñez al cual nunca fui capaz de olvidar —incluso aunque él se olvidó muy fácilmente de mi— y llamarlo.
Una vez más, todo suena como una buena idea cuando has tomado demasiado vino antes de ir a la cama, ¿verdad? Se supone que sería sólo una rápida e insignificante llamada de broma. En cambio, exploté sobre él —descargando trece años de emociones reprimidas.No creí que me regresaría la llamada. Ciertamente, nunca pude haber anticipado las semanas de llamadas llenas de tensión sexual que siguieron mientras llegaba a conocer al hombre en que se había convertido. Resulta ser que Landon realmente nunca me olvidó tampoco. Esa conexión especial que teníamos seguía allí. Me abrí a él, pero había cosas de mí que él no sabía. Y él tenía sus propios secretos. Durante las incontables horas que hablamos por teléfono, me pregunté qué pasaría si de hecho nos viéramos. Una noche hice algo impulsivo otra vez. Sólo que en esta ocasión, fui al aeropuerto y reservé un pasaje a California. Estábamos a punto de averiguar si una llamada telefónica podría juntar dos almas perdidas, o si mi ebria llamada realmente fue un gran error.
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