John Doe era solo otro paciente.
Un criminal.
Como enfermera de una prisión, conocía las reglas: hacer mi trabajo, no involucrarme, y nunca dejar que un prisionero se metiera bajo mi piel.
Rompí las tres.
Mi pasión, mi obsesión, mi adicción.
Arriesgué toda mi vida para poder estar juntos.
Creí que ayudarlo a escapar de prisión sería la parte difícil.
Resulta que cuando te enamoras de un villano, también te conviertes en una.
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